Nos llaman locos porque somos capaces de pasarnos horas limpiando el coche y no solo no lo consideramos una pérdida de tiempo, sino que disfrutamos mientras lo hacemos.
Nos llaman locos porque nos conocemos al dedillo todas las características de los juguetes que merecen la pena, y por reconocerlos por el sonido de su motor cuando los oímos a lo lejos.