Cuando hablamos de las prestaciones de un coche, es importante saber cuánto pesa para poder determinar si la potencia de la que dispone es suficiente o no (en realidad “nunca” es suficiente). Es cierto que no es una magnitud que venda mucho: todos preguntan sobre cuántos caballos esconde tu capó, pero nadie (o casi nadie) se preocupa del “ballenismo”.
Obviamente, los quemados sí que le damos más importancia y usamos los kilos de nuestro coche como punto a favor o en contra, dependiendo de la situación. Es más, el auténtico quemado sabe que «añadir potencia te hará más rápido en las rectas. Quitar peso te hará más rápido en todos lados», como dijo el gran Colin Chapman (al que le debemos un Gracias). El problema viene cuando quieres saber lo que realmente pesa tu coche.

Báscula DIY by The Grand Tour.
Por desgracia, el peso es uno de los datos más complicados de obtener de forma indirecta, es decir, sin medirlo nosotros (hablamos de conseguir datos fiables, obviamente); es un mundo lleno de malos entendidos. No es tan sencillo como mirar en los papeles del coche, y te contamos el porqué.
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