Como buen quemado norteño, me gustan los tramos de montaña de por aquí y, cómo no, los rallys, rallysprints y subidas que se celebran en ellos. Por eso, he estado en más de una cuneta disfrutando del espectáculo que los pilotos nos brindan.

Cuatro locos, decían…
Sin embargo, lo que debería ser una fiesta para público, pilotos y organización, no siempre lo es gracias a las “peripecias” de algunos descerebrados que, por desgracia, nos dan mala fama a todos.